El grado en que una persona confía en otra es una medida de su creencia en la honestidad, imparcialidad y benevolencia de la otra. Un texto de 2005, de Bryk y Schneider, se denomina “La confianza en las escuelas”, y demuestra con claridad que el mejor predictor de los resultados de las mismas está en los niveles de confianza que hay entre los alumnos y sus profesores, entre los profesores, entre ellos y los apoderados, los directivos, en fin, entre todos los miembros de la comunidad de aprendizaje.
La confianza no se establece por decreto ni por mandato. Se construye en el tiempo a través de hechos concretos, a través del conocimiento mutuo de las personas y sus realidades más íntimas, y creando la cohesión del grupo en torno a un proyecto común.
Un consultorio primario es una comunidad, no de aprendizaje escolar, sino de prevención y tratamiento de los problemas de salud de las personas. No hay que estirar demasiado la imaginación entonces para presuponer que un buen predictor de su efectividad estaría en los niveles de confianza existentes entre los médicos, las enfermeras, entre médicos y enfermeras y el personal administrativo, entre todos ellos y los pacientes, y con los directivos del consultorio, y con otros integrantes del sistema de salud. ¿O me equivoco?
¿Hay, en su consultorio, confianza entre los diferentes integrantes de la comunidad de salud, incluyendo por supuesto a los pacientes? ¿Si no la hay, o no suficientemente, están haciendo algo para conseguirla? Dejo lanzada a interrogante.
Publicado por Mario Waissbluth en Blog de Colaboración pública
http://saludaps.colaboracionpublica.org/
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